Cogí mis bártulos y me instalé en una verde pradera salpicada de margaritas y amapolas, con una gruesa encina a lo lejos y tres olivos retorcidos en primer plano. Cada media hora sin falta, un Cercanías surcaba la línea del horizonte, y me tocaba aguardar a que saliese del encuadre para poder seguir pintando mi paisaje.
Por fin, el óleo estuvo terminado y colgado sobre la chimenea. Y, cada media hora sin falta, la sombra incolora de un tren atraviesa el cuadro de lado a lado, siguiendo la línea del horizonte.
Finalista XV Certamen "El tren y el viaje" (RENFE), octubre 2021
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