SIN LÁPIZ NI PAPEL

La escalera terminaba abruptamente frente a una puerta de color rosa. El hombre del traje gris, en precario equilibrio sobre los dos últim...

Corrí a mi armario en busca de una camisa limpia: llegaba tarde al trabajo y mi hija de cinco años acababa de estampar su taza de chocolat...

Mira esas manos arrugadas, dedos gruesos, manchas pardas, palmas leves como palomas blancas. Esas manos que arrullan, esas manos qu...

- Julián, despierta. -Pilar sacudió ligeramente a su marido-. Es la hora de tus pastillas. El hombre parpadeó, momentáneamente confundid...

Sabía que padre andaba delicado de salud en los últimos tiempos, por lo que no supuso una gran sorpresa la llamada de mi hermana para com...

Los mensajes no paraban de llegar a mi buzón. Prometían una mansión en las Caimán, un yate en el Caribe, un billete de lotería premiado. Y...

El velero no hacía el menor ruido al deslizarse sobre las aguas calmas de medianoche frente a las costas de Rincón de la Victoria. Donde s...

Miguelito llevaba ya un buen rato quieto. Demasiado rato y demasiado quieto, en opinión de su padre, que le echaba un vistazo de reojo de ...

Harto ya de retratar ciudades moribundas, campos marchitos, pueblos desiertos, me instalé en la playa para probar suerte con una marina. Tr...

En las playas de Rincón de la Victoria cundió el desasosiego. Todos acudían al borde del mar con la esperanza de que la noticia no fuera má...