En los últimos tiempos, cada vez me resulta más arduo ser poeta, cocinero y amante a la vez. Empecé seduciendo a la camarera del restaurante donde trabajo con mis versos encendidos y ligeramente picantones. Por otro lado, mis frecuentes visitas a la biblioteca municipal en busca de inspiración para mis poemas me hicieron intimar con la bibliotecaria, a la que tenía comiendo de mi mano -literalmente- merced a mis guisos exóticos y bien aderezados.
Las dos me juran y perjuran que las dejo más que satisfechas en la cama, pero desde que la bibliotecaria se ha hecho asidua del restaurante y la camarera se dedica a emborronar una libreta en cuanto tiene un momento libre, me da la impresión de que algo ha cambiado en nuestra relación. No me gustan nada esos guiños cómplices y esas sonrisitas almibaradas que intercambian sin cesar: temo que terminen por trazar una línea recta entre ellas y a mí me sepulten los cascotes de mi derruido vértice del triángulo.
Segundo Premio en el III Concurso de Microrrelatos "Amor con Humor" de la Biblioteca de Aledo (Murcia), mayo 2025
Hola, que relato más interesante, dicen que los trios al final terminan en dúos. A saber.
ResponderEliminarUn saludo.
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