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viernes, 4 de julio de 2025

AMOR FILIAL

El día que le aceptamos como nuestro paladín, el héroe que debía cuidar de nosotros, se lo tomó muy en serio: se apuntó a un gimnasio para alcanzar la superfuerza; se compró unas gafas de visión nocturna para suplir los rayos láser; y siempre andaba a la caza de arañas por el jardín, tratando de que le picasen para poder trepar por las paredes. Cuando le dijimos que el enemigo era el cáncer, colgó las mallas y la capa en el perchero y corrió a inscribirse en la facultad de medicina.

Publicado en la web de Adella Brac (Reto 5 líneas, julio 2025)


jueves, 3 de julio de 2025

TODO POR AMOR

Jugador empedernido, nunca usa dos veces el mismo número de la lotería, alegando que tiene un sistema infalible. Hoy, una chica nueva le sonríe desde el otro lado de la ventanilla, y los billetes bailan ante sus ojos. “Elija usted por mí”, le dice, sin pensarlo. La muchacha le entrega un boleto; él lo paga religiosamente y lo guarda sin mirarlo, sin sospechar que es el último.

Años después, todavía lo lleva en la cartera, aún sin saber qué número es, ni si llegó o no a ganar aquel sorteo. El auténtico premio ha sido compartir su vida con ella.

Publicado en la web de la ONG Cinco Palabras (julio 2025)


martes, 1 de julio de 2025

EXCESO DE EQUIPAJE

Tengo la boca seca y no consigo dominar el temblor de mis manos. Hace apenas unas horas, su lengua recorría mi piel, nuestros pies se enredaban bajo las sábanas, los gemidos de mi boca morían en la suya. Y ahora, sus ojos vidriosos atraen a los míos como un imán. El color morado de su rostro, las marcas rojizas en el cuello, esa postura quebrada que le hace parecer un juguete roto.

El reloj me recuerda con malos modos que mi avión me espera. Los nervios me cierran el estómago y el cerebro. Si llamo a la policía no me dejarán marchar y, si me voy sin más, creerán que lo hice yo.

Finalmente, aunque con cierta premura, consigo llegar a tiempo al autobús que me conducirá hasta el aeropuerto. Como esperaba, reina el caos en el grupo: alguien ha olvidado el sombrero, otro alguien no encuentra el pasaporte, y un alguien más desastroso que los demás está convencido de haber perdido al niño hasta que lo ve al otro lado de una de las ventanillas.

Al bajar, ya en la terminal, el caos se reproduce, se amplía incluso. Yo me apresuro hacia la puerta de embarque sin mirar atrás. La maleta que quedará huérfana en el vientre del autobús no lleva ninguna etiqueta, lo más probable es que el conductor la deposite en objetos perdidos, y espero estar ya sobrevolando el océano para cuando el hedor comience a filtrarse por sus costuras.

Publicado en la Revista Digital de Valencia Escribe nº 14 (junio 2025)