Un poeta y su piano
aguardan con impaciencia
de una musa la presencia
que una canción les inspire
para que todos admiren
su arte.
Mas de la musa la ausencia
les provoca cierto enfado:
ambos están ya cansados
de llamarla y de esperar,
sin ton ni son declamar
sus versos.
Versos sin pies ni cabeza,
canciones sin ritmo ni gracia:
no hace falta perspicacia
para ver que aquellas notas
las ha compuesto un idiota
sin genio.
La musa, mientras, oculta,
del compositor se mofa
sin soplarle ni una estrofa
de una canción, ni un poema,
ni la armonía suprema
de un aria.
El piano, por su cuenta,
ensaya una melodía,
carente de simetría
pero que tiene su encanto.
El poeta, mientras tanto,
delira:
ve pasar ante sus ojos
una fila de corcheas
que emprenden una pelea
con fusas y semifusas
convertidas en medusas
de tierra.
Después las blancas y negras,
las redondas y la clave
emprenden vuelo de ave
surfeando el pentagrama,
cubiertas con un pijama
de felpa.
Del poeta y su piano
al final se compadece
y, magnánima, aparece
envuelta en su luz difusa,
la musa,
para inspirarles sonatas
y que no den más la lata.
Finalista en el 15º Certamen "Picapedreros" de Poesía, de la revista "La Oca Loca" (Daroca, Zaragoza), abril 2025
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