Sonaba el teléfono y he oído el timbre mientras flotaba, ingrávido, en la bañera. Me dejaba acunar por las olas, que lamían dulcemente las costas de porcelana de aquel océano rectangular, y la cascada del grifo, a mi espalda, acariciaba con su suave murmullo mis oídos. Por contra, la aguda insistencia de esos dos molestos soniquetes me resultaba enervante. Con un formidable bramido de furia, me puse en pie, tridente en mano, decidido a acallarlos a ambos para siempre, y salí de la bañera dejando tras de mí un reguero de peces, pulpos y corales.
Finalista en el XII Concurso de Microrrelatos de la Universidad Popular Miguel Delibes (Alcobendas, Madrid), abril 2025
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