Ruth y Oswaldo nunca aprendieron a nadar, pero su mayor ilusión era cruzar el charco. Así, se pertrecharon de todos los aditamentos que juzgaron necesarios y consiguieron -muy barato- un coche que debía llevarles allende los mares. El vendedor les aseguró que sus ruedas flotarían sin problema pero, antes de emprender el gran viaje, decidieron comprobarlo por sí mismos y se arrojaron con el coche -y todo su equipaje dentro- al río que cruzaba la ciudad. En efecto, las ruedas flotaron: tras el gran chapuzón desde el puente, los cuatro neumáticos fueron lo único que emergió de las aguas turbias.
Para "Los viernes creativos" de Ana Vidal (El Bic Naranja) sobre la foto de Ruth Orkin (2 mayo 2025)