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lunes, 4 de noviembre de 2024

LO QUE DEJARON LAS LLUVIAS

La larga cola de novicias que se estaba formando en la plaza llamaba la atención de los transeúntes, pero no tanto como verlas saltar, una a una, al charquito informe que había quedado tras las lluvias de la última madrugada, y en el que se reflejaba un cielo ahora despejado y de un límpido azul. Aunque, bien mirado, no era el salto en sí lo que provocaba una absoluta estupefacción, sino el hecho de que las muchachas fueran desapareciendo en su interior con una beatífica sonrisa en los labios y un eco lejano de clarines y trompetas.

Ganador semanal de Relatos En Cadena de la SER (noviembre 2024, semana 7)

miércoles, 16 de octubre de 2024

LA IMPERFECCIÓN DE LOS OCASOS DE AGOSTO

En el aniversario de su boda, cada año sin falta, subía a los acantilados de la Cala del Moral y desde lo alto vivenciaba los ocasos de agosto como si ella aún estuviera a su lado, olvidando por unos dichosos momentos la disforia que le dominaba en los últimos tiempos. El undísono mar danzaba a sus pies, trayendo el eco de su amada voz en cada gota de espuma, en cada soplo de brisa, en cada destello del agua.

Como cada año, traspasaba la baranda de madera, cerraba los ojos, extendía los brazos y se dejaba caer, anhelando el choque contra las rocas que le llevase, al fin, con ella. Y, como cada año, se sumergía suavemente entre las olas, frenado por una fuerza invisible que dejaba el rastro de un beso salado en sus labios antes de disolverse en los azules reflejos. Hasta el año siguiente.

Ganador del mes en el IX Concurso de Microrrelatos del Círculo Cultural Bezmiliana (Rincón de la Victoria, Málaga), septiembre 2024

martes, 15 de octubre de 2024

TÚ Y YO

Desde que lo esculpí, hace más de 300 años, le he seguido en su periplo por museos y galerías. Siempre a espaldas de los celadores, busco sus dedos con los míos para sentir ese íntimo vínculo que nos une. Dicen que el arte es eterno; al parecer, los artistas también.

2º premio en el XXIV Concurso de Nanorrelatos "Escríbeme una foto" (Asociación Escritores en Rivas), octubre 2024

jueves, 10 de octubre de 2024

UN HADA MADRINA CON MONO

Berta bajaba la escalera con la bolsa de la compra bajo el brazo y el monedero en el bolsillo cuando se cruzó con Eloisa, que subía con las mismas trazas, aunque su bolsa iba llena y su monedero casi vacío. Se detuvieron unos instantes para rezongar sobre lo caro que estaba todo. “Y encima mi marido se queja de que siempre cocino lo mismo. Cualquier día de estos le voy a dejar solo ante una sartén, a ver qué hace”. “¿Y cuando hay fútbol, qué? No hay manera de cenar en condiciones”. “¡Cómo lo odio! Ojalá se fundiera la antena de una maldita vez y pudiéramos tener una tarde de sábado tranquila”.

En ese momento, una mujer enfundada en un mono con el logo de una empresa de antenas abordó el rellano donde las otras dos conversaban. “Quizás hoy la suerte esté de vuestra parte y se muera la antena. Así tendréis toda la tarde para entreteneros con vuestros maridos en otros menesteres no futboleros” les dijo. Y, guiñándoles un ojo, siguió su camino hacia el tejado. Berta y Eloisa intercambiaron una risita pícara y corrieron a preparar la lencería para la velada especial que les brindaba aquella improvisada amiga.

Ganador de la IV edición del Certamen "Un amor, cualquier amor" (Bibliotecas Municipales de Leganés), octubre 2024

lunes, 26 de agosto de 2024

EL ESPECTÁCULO DEBE CONTINUAR

El pueblo sesteaba tranquilo al calor de finales de junio cuando, desde las afueras, llegó un soniquete que avanzaba hacia la Plaza Mayor. Recorriendo calles y callejas, plazuelas, pasajes y travesías, el alboroto alcanzó al fin las puertas del Ayuntamiento y allí acampó.

No se había visto nunca nada igual: un viejo tocando una herrumbrosa armónica a cuyo compás bailaba una cabra, en equilibrio con una pata sobre una pirindola que giraba y giraba sin cesar. El animal agitaba las otras tres pezuñas en el aire mientras emitía sonoros balidos para llamar la atención de los vecinos. Éstos habían ido acudiendo en lento goteo y, a la sazón, rodeaban a la insólita pareja, unos frunciendo el ceño con desaprobación, otros llevando alegres el ritmo con el pie sobre los adoquines, la mayoría con ojos y boca abiertos por el asombro.

El vozarrón de don Florencio, el alcalde, se alzó indignado: “¡aquí no hay quien duerma!” y a continuación unos calcetines rojos salieron volando por la ventana de su cuarto, seguidos del gorro de dormir a juego. Las prendas fueron a caer en un charquito, que las engulló con presteza; luego empezó a devorar la acera, los edificios también desaparecieron uno a uno en su interior y, por último, se tragó enterita la Calle Mayor, con público y todo.

Entonces el viejo dejó de tocar, plegó el charco con sumo cuidado y, guardándolo en un bolsillo de la chaqueta, junto a la armónica, enfiló con la cabra hacia el pueblo siguiente.

Segundo Premio en el I Concurso de Microrrelatos "De simiente y pueblo" organizado por "Casa Visi" (Gordoncillo, León), agosto 2024

jueves, 15 de agosto de 2024

EL TÚNEL DE LAVADO SE SIRVE FRÍO

Nunca conseguí aprender a nadar. De pequeña le tenía un miedo cerval al agua de la playa o de la piscina, incluso la bañera me producía una extrema inquietud si me detenía a pensar sobre qué tipo de monstruos podían ocultarse al acecho bajo la espumosa superficie, y me quedaba muy quieta intentando identificar cualquier ondulación sospechosa o el roce de algún apéndice extraño contra mi piel. Por el contrario, la lluvia siempre me produjo una curiosa sensación de bienestar, ya viniera de las nubes o de la ducha.

Mi marido se burla a menudo de lo que él llama mis manías, sin tener en cuenta las suyas propias, que no son pocas. Pero claro, lo suyo son “originalidades” mientras que lo mío no son más que “chifladuras”.

Hoy, harta ya de tanto pitorreo, aprovecho que se ha quedado traspuesto en el coche para detenerme en una gasolinera y entrar en el túnel de lavado. Los chorros de agua que azotan la carrocería me transportan al séptimo cielo, pero él se despierta aterrorizado, chillando y manoteando como un poseso.

Yo disimulo las carcajadas mientras compongo mi cara de chiflada más inocente y finjo no saber nada de su original claustrofobia.

Finalista del mes, seleccionado para el libro anual y publicado en la web "EstaNocheTeCuento.com" (Tema: "alegría por el mal ajeno") mayo 2024

viernes, 21 de junio de 2024

A LA DERIVA

En la cama pensé que era un ingenuo por la manera de tomarme la mano, de hablarme con tanta suavidad, como si tan sólo con sentarse a mi vera y derrochar palabras bonitas fuera a conseguir algo. Pero no era tan fácil rescatarme de aquel océano de sábanas blancas en el que flotaba, inmóvil, a la deriva. Médicos, enfermeros y sanitarios navegaban a mi alrededor sin lograr acceder a ese peñasco que era mi consciencia y que apenas acertaba a asomar un tímido vértice entre las procelosas aguas del coma en el que había naufragado hacía cuatro meses ya.

Por más que lo intentaba, me veía incapaz de producir algo más que un leve parpadeo ocasional que, la mayoría de las veces, pasaba desapercibido por completo a todos cuantos me rodeaban, incluido él mismo, ocupado como estaba en detallarme los viajes que teníamos pendientes, las maravillas que aún nos quedaban por descubrir, la camada de gatitos que aguardaba en algún ignoto lugar a que yo los adoptase, los hijos que aún estaban por llegar.

Hijos. Nada más y nada menos. Después de años de torearme, de darme largas, de enumerar exhaustivamente todos y cada uno de los inconvenientes de tener, según sus propias palabras, “una ristra de mocosos invadiendo nuestra intimidad y lastrando nuestras idas y venidas”, como si alguna vez fuéramos a algún sitio, como si no me pusiera cien excusas cada vez que yo intentaba organizar una escapada más allá de aquella última frontera marcada por el pueblo de sus padres, como si no me hubiera dicho mil veces que para conocer mundo no hace falta salir de casa teniendo Internet, que los partidos de tenis se ven mejor en la televisión que en la pista, que pudiendo colgar en la pared del salón un puzzle de adorables gatitos, a quién se le ocurriría tener en casa uno de verdad, con el trabajo que dan.

Y ahora, su voz hería mis oídos con promesas huecas hechas con esa boca pequeña, muy pequeña, diminuta, que estaba convencida de que se haría enorme para desdecirse sin perder un segundo de todas y cada una de ellas, en el caso de que yo me dignase a despertar de este extraño sueño sin sueños. El médico le había animado a hablarme para mantener tenso ese delgado hilo que aún me unía a la vida. Pero cada palabra que él pronunciaba, cada proyecto que esbozaba, cada castillo que construía en el aire con naipes marcados, llevaba el inequívoco sello del fracaso.

Curiosamente, tendida en aquella cama de hospital, inerte, me sentía más viva que nunca. Empecé a pensar que, más que ingenuo, ese hombre al que había soportado durante doce largos años era un infeliz. Y en lugar de verle como mi tabla de salvación, se me apareció con total claridad como un bloque de cemento que iba a arrastrarme a las profundidades de una rutina tan indeseada como aterradora.

Una marea de rebeldía se alzó, imparable, magnífica, para romper estruendosa contra el escollo de mi consciencia y sepultarlo bajo las olas de mi determinación, alejándolo definitivamente de él, poniéndolo a salvo de sus garras de hielo, de su ingenuidad o de su incompetencia o de su miseria, a esas alturas ya me daba igual. Y con el único filo de mi voluntad, corté aquel maldito hilo que me ataba a él y volé libre, abandonando tras de mí sus lágrimas de cocodrilo.

Ganador de la XI edición del Certamen de Relato Corto "Madrid Sky" organizado por el Grupo de Escritores "Primaduroverales" (Madrid), junio 2024


 

jueves, 20 de junio de 2024

COLOREANDO

Yo siempre había sido muy urbanita. Desde pequeña, me gustaba el tumulto de las gentes apiñadas por las calles, sentirme parte de una multitud abigarrada que va y que viene como un gigantesco océano humano, dejarme llevar por esas aguas turbulentas con abrigos de lana y bufandas en invierno, con camisetas de tirantes y sandalias en verano.

Desde mi cuarto se podían oír toda clase de ruidos: el chirrido del autobús al frenar en la parada y sus resoplidos al volver a arrancar cuesta arriba; el claxon impaciente de un conductor bloqueado por otro aparcado en doble fila; el estruendo metálico de los cierres de los comercios al abrir por la mañana o al cerrar por la noche; los gritos alborozados de los niños jugando a la pelota en la acera y los gritos indignados de sus madres desde la ventana cuando irrumpían en la calzada sin mirar, en pos del balón fugitivo. Pero eran sonidos cotidianos, formaban parte de mi vida diaria y no me molestaban, más bien tenía que hacer un esfuerzo consciente para fijarme en ellos: el silencio me era ajeno.

Hasta que un glorioso día, un grupo de amigos me invitó a ir con ellos de excursión. No estaba yo muy convencida: nunca había sido lo que se dice una entusiasta del campo, era más bien patosa caminando por terrenos cuajados de piedras y matorrales, mi resistencia a las largas marchas era muy limitada, y las picaduras de los bichos -consustanciales al entorno silvestre- me producían engorrosas reacciones alérgicas. Pero insistieron y, ante las reiteradas promesas de paisajes idílicos, saludables vitaminas solares, y aire puro para abrir el apetito, me dejé persuadir y me dispuse a pasar una jornada en la sierra.

La salida tuvo lugar recién estrenada la primavera, cuando las mañanas aún son frías pero el sol ha ganado ya en fuerza y en altura, y el centro del día provee un ambiente sumamente propicio para extender una manta en medio de un prado y echarse un bocadillo entre pecho y espalda. La senda que habían elegido mis compañeros serpenteaba entre frondosos pinares, con la música de fondo de los arroyos acompañando, solícitos, nuestro caminar con su rumorcillo cantarín. La caminata no fue tan penosa como yo había conjeturado, quizá por la camaradería que imperaba en el grupo, quizá por la serena belleza del paisaje, seguramente por la combinación de ambas cosas. Desde luego, el bocadillo de jamón con tomate a media mañana se me antojó el más delicioso que había comido jamás y animó mi espíritu hasta cotas insospechadas.

Lo que más me asombró fue el silencio que todo lo impregnaba. En un momento en que me quedé algo rezagada reajustando los cordones de mis zapatillas, y las conversaciones de mis amigos no eran más que un eco distante, me intimidó el absoluto vacío que llenaba mis oídos. Era una sensación pesada, contundente, que me obligó a chasquear los dedos para comprobar si no me había atacado una repentina e insólita sordera.

Una ardilla cruzó el sendero a la carrera, se detuvo por un instante a observarme, torció la cabeza, inquisitiva, y meneando los bigotes pareció decidir finalmente que yo no era peligrosa; reanudó su camino hacia un grueso árbol por el que trepó con asombrosa agilidad y desapareció en las alturas, entre el follaje. Me quedé mirando la bóveda de un verde intenso que se cernía sobre mi cabeza, un techo de hojas que susurraban con la leve brisa, cantando arcanas melodías hace tiempo olvidadas por el ser humano, tamizando con su danza los rayos solares para crear una cortina siempre cambiante de chispas luminosas.

En ese instante decidí que el verde, la enseña del bosque, iba a ser mi color.

Alcancé a mis camaradas, que me requerían a voces, y me uní a su conversación desenfadada, pero me guardé para mí la sutil transformación que había causado en mi ánimo aquella expedición.

Al regresar a casa, noté que el cambio era mayor de lo que había supuesto: echaba de menos el silencio rotundo de la floresta, y los ruidos urbanos que antes asumía como naturales ahora me irritaban. Tardé varios días en readaptarme a mi rutina habitual y a menudo me sorprendía evocando los colores y el sosiego de aquella arboleda.

De manera que, en cuanto mis amigos anunciaron una nueva excursión, no perdí un segundo en apuntarme. En esta ocasión fue imposible cuadrar fechas hasta bien entrado el verano, por lo que la ruta elegida varió sensiblemente: sus inicios también transcurrían entre centenarios árboles pero finalizaba en un espectacular mirador, desde donde podíamos contemplar a placer el cordón de la serranía, tintada de una amplia variedad de matices de verde, y salpicada por ocasionales bandas ocres y alguna que otra pincelada gris.

A nuestros pies un embalse sesteaba, indolente, al despiadado sol del mediodía, que arrancaba de su quieta superficie destellos diamantinos, prometiendo frescura y alivio en el más que caluroso día. Aquel espejo de resplandeciente lapislázuli pulverizó mi anterior determinación y mi color favorito mudó prontamente del verde al azul.

El problema con los sonidos de mi entorno cotidiano, a nuestro regreso a la agreste civilización, se agudizó visiblemente: sustituir el trino de los pájaros por los bocinazos de los coches, el canto de las cigarras por los gruñidos de los autobuses, y el suave crujir de las ramas secas bajo mis deportivas por la brutal cacofonía del camión de la basura estuvo a punto de provocarme una apoplejía mientras intentaba, en vano, conciliar el sueño en mi sofocante habitación sin vistas a la bóveda estrellada.

Sobreviví a duras penas hasta el otoño. Cuando eché un vistazo al calendario y conté, desalentada, todos los cuadritos que quedaban por tachar para llegar de nuevo a la primavera, me apresuré a proponer una escapada en el puente de los Santos. Debo reconocer que no encontré apenas oposición entre mis entusiastas amigos y poco después ya transitábamos de nuevo por veredas serranas.

¡Ah, los colores otoñales! Una sinfonía de rojos, castaños, amarillos, anaranjados, bermellones, pardos y dorados, todos juntos en caótica armonía. Los bosques de noviembre podrían hacer palidecer, sin esforzarse siquiera, la paleta mejor surtida de un pintor cualquiera. Mirase donde mirase, mis ojos tropezaban con un tono o un matiz que no había visto antes.

Y aquel bendito silencio... aunque, curiosamente, el silencio del otoño se oía distinto del primaveral o del estival, al igual que el aire tenía un olor diferente, propio de cada estación. Esta vez volví a casa decidida a no dejarme intimidar por los ruidos de la ciudad ni del barrio ni de mi calle, ni siquiera de los vecinos de abajo, cuyo hijo adolescente acababa de inaugurar la costumbre de aporrear una guitarra eléctrica a todas horas para “deleite” de la comunidad. Pero me mantuve firme, recalculando cada mañana el tiempo que faltaba para las vacaciones navideñas, fechas entrañables en las que teníamos prevista otra excursión.

Lo de los colores lo tuve más difícil: estaba claro que la era del azul había caducado, igual que en su momento prescribió la del verde, pero ¿cuál sería el nuevo favorito? ¿el rojo? ¿el naranja? ¿el amarillo? ¿quizás una combinación de todos ellos? Indecisa por naturaleza, tomé el camino más fácil y dejé la sentencia en suspenso hasta la salida invernal: algo me decía que, si teníamos la fortuna de que nevase, el elegido sería el blanco.

Y así fue. Los hados estuvieron de nuestra parte y unos días antes de la anhelada expedición cayó una fuerte nevada sobre la sierra y sus aledaños, circunstancia que nos obligó a modificar nuestro medio de transporte. Si el trayecto en coche, serpenteando curvas, subiendo y bajando puertos, cruzando puentes y atravesando arboledas, me había parecido maravilloso, el recorrido en tren por las níveas laderas boscosas me conquistó definitivamente.

La blancura de las cumbres y los valles resultaba cegadora. Las siluetas de los pinos con su trémulo manto invernal, que se desprendía aquí y allá formando esponjosos montones a sus pies, se diluían en la nevisca que empezaba a revolotear de nuevo en el aire, como si quisieran esconderse de ojos indiscretos.

Di unos pasos y el crujido de mis pies sobre el blanco elemento me llegó amortiguado, como en sordina. El silencio era tan profundo que los oídos me dolían. ¿Cómo iba a poder soportar en adelante la rutina diaria? Fue en ese preciso instante cuando tomé la decisión que cambiaría el rumbo de mi vida: no iba a volver. Me buscaría una casa por los alrededores y llegaría a un acuerdo con mi jefe para teletrabajar desde allí, en lugar de tener que soportar dos veces al día los atascos de la M-30 o las aglomeraciones del metro en hora punta. Y ya no tendría que dar vueltas y más vueltas por un ridículo parquecillo para hacer un poco de ejercicio, sino que contaría con kilómetros de caminos y vericuetos por explorar. La imagen de un asno atado a una rueda de molino transmutado de pronto en un felino corriendo en libertad por la sabana me plantó una sonrisa en la cara congestionada por el frío.

Y aquí estoy, en una adorable casita de campo, con un modesto jardín al otro lado de la puerta y una vasta sierra al alcance de la mano. Casi todos los fines de semana me visita algún familiar o algún amigo y los llevo a pasear por estos parajes que ya conozco como si fuera de la tierra. Y es que me siento de la tierra, de esta tierra escarpada y generosa, salvaje y reposada, de esta tierra magnífica.

Y en cuanto a los colores... he renunciado a tener un solo favorito. Si la naturaleza los tiene todos, ¿por qué yo voy a ser menos?

Segundo Premio en el IV Certamen Literario "Álvaro de Bolaños", organizado por las Juventudes Socialistas de Bolaños (Bolaños de Calatrava, Ciudad Real), junio 2024

miércoles, 19 de junio de 2024

CAMBIO DE AIRES

Cuando se marcharon los parientes del velatorio salió a darse un garbeo, harto de estar tantas horas tendido inmóvil junto al cuerpo helado de la siesa de su mujer. Echó un vistazo a la sala contigua pero el finado era un abuelo de luenga barba y malas pulgas; la del otro lado estaba vacía y en la siguiente había un jovenzuelo que le guiñó un ojo, el muy descarado. Finalmente, en la última sala del tanatorio encontró a una muchacha preciosa que le sonrió dulcemente. 

Entablando animada conversación, descubrieron todas las cosas que tenían en común. Así, cuando llegó la hora de volver a meterse en el ataúd doble con su parienta, se dio cuenta de que se le hacía muy cuestarriba, y decidió que mejor se buscaba otro nido, que a ella ya la tenía muy vista. Muy contento, se acomodó en el hueco que le cedió gustosamente la chica, con el firme propósito de pedir el divorcio en cuanto llegasen al Más Allá.

Tercer Premio en el II Concurso de Microrrelatos "Amor con Humor" de la Biblioteca de Aledo (Murcia), junio 2024

jueves, 16 de mayo de 2024

ESTE ES EL CAMINO

Este árbol siempre ha sido especial para mí.

A la sombra de sus frondosas hojas di mis primeros pasos. Sus firmes ramas fueron testigos, mudos aunque benevolentes, de mis torpes intentos iniciales de escalada, que fueron mejorando día a día hasta alcanzar la pericia que hoy poseo. Cuando necesité evadirme de las presiones familiares, su tronco rugoso me ofreció siempre cobijo en ese enorme agujero que le dejó como recuerdo una bomba de la guerra civil, ahora cubierto por la hiedra sanadora que le resta gravedad y le suma encanto.

No es de extrañar, pues, que el pie de este árbol fuese el lugar elegido para reunirme con mi amado cuando sentí su irresistible llamada. Jugamos a perseguirnos entre risas en torno a su tronco; trepamos a sus ramas, evocando nuestra infancia; yacimos enredados bajo sus verdes hojas, acunados por el susurro de la brisa que gusta de danzar entre ellas al ritmo de la primavera. Y, ya con el germen de una nueva generación a buen recaudo en mis entrañas, voy a enterrarme entre sus raíces más profundas, que velarán mi sueño hasta que llegue mi momento, el momento de construir un nuevo hormiguero.

Ganador del I Concurso de Microrrelatos organizado por la Fundación Carreras (Zaragoza), mayo 2024

miércoles, 24 de abril de 2024

GOTA CRISTALINA

Gota cristalina, has cabalgado a lomos del Cárdenas desde su origen en La Demanda hasta el fértil valle donde dormitan las vides al sol. Allí colmarás la sed del sarmiento elegido para, a la postre, derramarte vestida de rojo cárdeno en cristalino cáliz.

Tercer Premio del III Concurso de Microrrelatos Bodegas Florentino Martínez (Cordovín, La Rioja), abril 2024

lunes, 22 de abril de 2024

"AMIGO FIEL" EN ACENTO AINAGA

Mi querida amiga María Jesús Ainaga ha tenido la gentileza de hacer una maravillosa lectura de mi relato "Amigo fiel" en su canal de YouTube "Acento Ainaga. Literatura sonora".

Para quien quiera escuchar una bonita historia en una preciosa voz, aquí dejo el enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=6dqwVdTxQz8

El relato está publicado en este mismo blog (mayo 2023).

jueves, 11 de abril de 2024

ESPECIE SUPLENTE

“Los mansos heredarán la Tierra”, había dicho alguien hacía siglos. ¡Menudo iluminado! Sergio dudaba de que, a estas alturas, todavía quedase algún manso sobre la faz del planeta: daba la impresión de que andaban enzarzados todos contra todos en conflictos y guerras que no iban a llevar a ninguna parte más que a la total extinción de la vida humana. La mayoría de las ciudades, antaño orgullosos centros de progreso, cultura y refinamiento, yacían ahora medio enterradas en el olvido de su propia desolación, cubiertas de polvo y cenizas, el esqueleto en ruinas de una pujante civilización con grandes deseos de desvanecerse en la nada.

Un agudo zumbido -sabía de sobra lo que era y llevaba días conteniendo el temor de escucharlo- se acercó con rapidez y, en un suspiro, pasó sobre su cabeza. Sergio corrió a la ventana y, mientras veía surgir en el grisáceo horizonte el temido hongo letal y sentía acercarse, definitiva e inexorable, la onda expansiva, un movimiento inesperado en la calle llamó su atención. Sus ojos se posaron en una numerosa tribu de mansos conejos que desaparecía a toda prisa en lo más hondo de su más honda madriguera.

Sergio aún tuvo tiempo de sonreír: sí que habría herencia, después de todo.

Ganador del I Certamen Philobiblion de Microrrelato (U.A.M.), abril 2024

domingo, 11 de febrero de 2024

EL BUEN SAMARITANO

Todos los días pululaba por la calle, ayudando a cruzar al ciego del quiosco de la esquina, alertando a los chavales que dejaban al desgaire sus bicicletas si alguien se aproximaba a ellas con dudosas intenciones, recogiendo el patuco de ese bebé que siempre se las arreglaba para quitárselo y lanzarlo por la borda del cochecito. Nadie se fijaba en el talento que desplegaba en todas esas operaciones: sólo veían su estado famélico, su pelaje sarnoso, la nube de pulgas que solía acompañarlo. Pero él no desesperaba: cualquier día, llegaría ese alma caritativa que le daría, al fin, un hogar.

Ganador mensual del III Concurso de Microrrelatos sobre Talento FUNDAE - Capital Radio (enero 2024)

martes, 6 de febrero de 2024

Concurso CUENTA140 de la revista "EL CULTURAL" (tema: la cortesía)

Ayudaba a los ciegos a cruzar la calle, cargaba la compra de las ancianas, cedía su asiento en el metro. Y nunca enseñaba los colmillos.

Ganador semanal (5 febrero 2024)

sábado, 3 de febrero de 2024

BORRASCA IMPREVISTA

Esta tarde, al bajarse del autobús, unos buñuelos de viento cayeron a sus pies, salpicando de crema sus lustrosos zapatos. Antonio miró hacia arriba, desconcertado, esperando descubrir a una panda de críos bromistas asomados a alguna ventana. En cambio, lo que vio fue un montón de buñuelos que se precipitaban hacia él desde el cielo a toda velocidad. Se apresuró a refugiarse en el portal más próximo mientras arreciaba el exótico chaparrón, que duró no menos de diez minutos. Cuando al fin amainó, dejando suspendida a su paso una ligera neblina de algodón de azúcar, de un bonito tono rosado aunque algo pringosa, Antonio emprendió el regreso a su casa tratando de no resbalar por las aceras cubiertas de nata, crema de café y cabello de ángel, sin dejar de murmurar para sus adentros: “maldito cambio climático”.

Finalista de febrero en el X Certamen de Microrrelatos Javier Tomeo. Publicado en la revista "Compromiso y Cultura" nº 110 (Asociación Literaria y Artística Poiesis), febrero 2024. Accésit en el fallo anual (junio 2024)

martes, 12 de diciembre de 2023

CUESTIÓN DE CARÁCTER

Lucifer mudó sin previo aviso en una gigantesca serpiente de mil cabezas que se retorcía escupiendo fuego. “Qué mal perder tiene”, “no le invitamos más”, mascullaban los arcángeles mientras la enfurecida sierpe, de un tremendo coletazo, partía en dos la mesa y lanzaba una lluvia de cartas de póker.

Ganador del XXII Concurso de Nanorrelatos "Escríbeme una foto" (Asociación Escritores en Rivas), diciembre 2023

 

domingo, 3 de diciembre de 2023

DELIRIOS DE GRANDEZA

Anoche soñé que volvía a Manderley... No, espera, creo que eso ya está escrito. Que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son... Mierda, eso también me suena haberlo leído en alguna parte. Probemos en inglés: I have a dream... Huy, esa creo que tiene hasta una canción. En fin... (arrugo el papel lleno de tachones y lo lanzo a la papelera, sin encestar, por supuesto, está claro que hoy no es mi día). Me voy a echar a dormir, a ver si con un poco de suerte sueño que soy un gran escritor y las musas me dictan una obra maestra.

Estruendosos ronquidos inundan la habitación. Calíope menea la cabeza, exasperada, y hace mutis por el foro.

Ganador mensual del Concurso de Microrrelatos de RTV Lavapiés (diciembre 2023)

jueves, 30 de noviembre de 2023

TODAS LAS PRECAUCIONES SON POCAS

Coloco ambas manos sobre el reborde de la tapa del ataúd y, lo más disimuladamente que puedo, tiro de ella con fuerza para comprobar que está bien sellado. Luego, con la excusa de besar la cruz que adorna su parte superior, pongo la oreja sobre la madera para cerciorarme de que ningún sonido escapa de su interior. Me parece percibir cierta trepidación, pero tan ligera que no creo que nadie más vaya a darse cuenta. Aún así, apremio al sacerdote para que abrevie el responso y se lo lleven cuanto antes al crematorio. A ver si la vamos a fastidiar en el último momento, con lo que me ha costado meterlo ahí.

Ganador XI Certamen de Microrrelatos Fantásticos y de Terror de Sants (noviembre 2023)

miércoles, 29 de noviembre de 2023

Concurso CUENTA140 de la revista "EL CULTURAL" (tema: el azúcar)

“Señoría, ella mató a su marido con una sobredosis de azúcar”. El juez la declaró inocente, extasiado por aquella sonrisa tan dulce.

Ganador semanal (27 noviembre 2023)

 “Eres tan dulce que te comería”. Cuando la policía entró en la casa, sólo quedaban los huesos.

Finalista semanal (27 noviembre 2023)