Desde que los nuevos vecinos se mudaron al chalé de enfrente, no han parado de hacer ruido. Juré que no me levantaría más a medianoche, pero hoy era tal el alboroto que armaban que, después de contar los cien segundos de rigor, he saltado de la cama y me he precipitado a la ventana, dispuesto a gritarles que se fueran al infierno. Aunque no ha hecho falta: ellos solitos estaban ya descendiendo por un humeante agujero del suelo, rodeados de diabólicos seres rojos con cuernos y rabo.
Publicado en la web de Adella Brac (Reto 5 líneas, mayo 2025)
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