Isabel estaba harta de que su madre la tratase como si fuera una criada. “Isabelita, pon la mesa”, “Isabelita, ve a comprar el pan”, “Isabelita, tiende la colada”. Una mañana de primavera, el viento del oeste alborotó los cabellos de Isabel y le sopló al oído palabras de rebeldía que encendieron el corazón de la muchacha. A mediodía, su madre encontró la mesa hendida en dos con un hacha, el pan desmigado y disperso sobre la hierba del jardín, y la colada ardiendo. De Isabel no quedaba más rastro que su vestido blanco revoloteando al viento.
Para "Los viernes creativos" de Ana Vidal (El Bic Naranja) sobre una foto de Hellen van Meene (9 mayo 2025)
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