“Te puedes hacer de oro vendiendo la receta de esos pastelillos”, me dijo mi vecina en un susurro, “te aseguro que a algunas nos arreglaría la vida”. Miré a mi alrededor y detecté varios pares de ojos fijos en aquel conciliábulo entre ambas. Ojos ansiosos y esperanzados. Asentí levemente con la cabeza y un suspiro de alivio flotó, por un breve instante, en la atmósfera cargada de la habitación. Me levanté, me acerqué al féretro y le arreglé a mi difunto esposo la solapa de la chaqueta, consciente de que pronto le acompañarían los más golosos de sus amigotes.
Finalista Relatos En Cadena de la SER (diciembre 2024, semana 12)
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