miércoles, 1 de enero de 2025

EL BISABUELO PINTOR

Harto ya de retratar ciudades moribundas, campos marchitos, pueblos desiertos, me instalé en la playa para probar suerte con una marina. Tras horas de mezclar colores, derrochar pinceladas y revisar con ojo crítico lo que tenía ante mí, quedé al fin satisfecho con el resultado: el cielo plomizo se cernía sobre un mar espeso que apenas chapoteaba, negruzco, en una orilla de arena gruesa sembrada de plásticos; un delfín flotaba en una esquina, preso en redes, y mi imaginación había añadido en primer plano una sirena de cola opaca y rizos algosos.

Corrí a casa con el lienzo, a buscar en el desván algún trapo para cubrirlo, y el que elegí reveló una acuarela pintada -según constaba en la firma- por mi bisabuelo. Abrumado, contemplé aquel cuadro idéntico al mío y, sin embargo, tan distinto: el cielo luminoso, el mar bravío, la arena blanca salpicada de conchas... su delfín saltaba, casi sonriente, en un arco perfecto, y su sirena tenía escamas brillantes y cabellera dorada. En ese instante, tomé dos importantes decisiones para ambos cuadros: colgar el del bisabuelo en el salón y, pese a ser tres de agosto, encender la chimenea para el mío.

Finalista mensual en el XI Certamen de Microrrelatos Javier Tomeo. Publicado en la revista "Compromiso y Cultura" nº 121 (Asociación Literaria y Artística Poiesis), enero 2025

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