Los mensajes no paraban de llegar a mi buzón. Prometían una mansión en las Caimán, un yate en el Caribe, un billete de lotería premiado. Y no me costaría ningún dinero, solo debía responder “SÍ” a uno de ellos. Pero no acababa de decidirme. Hasta el día en que mi vecino recogió uno que se me había caído al suelo: respondió y le llovieron los millones. Yo los había quemado todos y esperé, ansioso, a que llegase el siguiente. Pero la Fortuna no volvió a llamar a mi puerta.
Publicado en la web de Adella Brac (Reto 5 líneas, enero 2025)
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