Siempre quise aprender a cultivar hortalizas y frutas por lo que, en cuanto tuve mi propia casa, despejé de matojos y malas hierbas el jardín trasero para instalar un huerto. Planté judías y tomates, berenjenas y lechugas, un limonero, dos ciruelos y tres perales, y pronto tenía una rica cosecha que llevar a la mesa. Sin embargo, algunas vecinas envidiosas iban diciendo por ahí que lo regaba con sangre, aunque acabaron por retractarse, mientras su roja esencia empapaba el terreno.
Publicado en la web de Adella Brac (Reto 5 líneas, agosto 2025)
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