lunes, 17 de noviembre de 2025

SOÑANDO CONTIGO

Esta noche he soñado contigo. Otra vez.

En las últimas semanas, he perdido ya la cuenta de las ocasiones en que tu rostro me ha asaltado en la oscuridad del que fue nuestro dormitorio, acechándome tras los párpados cerrados, presto a invadir mis pensamientos en cuanto mi consciencia afloje las riendas que los sujetan durante la vigilia. No es que me desagrade rememorar aquellos primeros tiempos de nuestra relación: las miradas inseguras de la tarde en que nos conocimos, los nervios del primer beso en el cine, los paseos por el parque cogidos de la mano, charlando sobre pájaros o mariposas, aviones o coches de carreras, o la última película que habíamos visto.

El problema es cuando, a esos gratos recuerdos, se superponen esos otros más recientes: las discusiones y los gritos, los reproches y las quejas, los portazos, las lágrimas de impotencia, el odio en tus ojos de color tormenta. Las palabras amargas regresan a mí con toda su fuerza, escociéndome en la garganta y en los oídos. Las miradas de compasión de las vecinas y mis balbuceos tratando de quitarle importancia a una situación que se estaba haciendo intolerable. Tus salidas de tono, las noches desaparecido, tu aliento etílico escupiendo faltas imaginarias. Mi angustia, el miedo a no verte más, el pánico de volver a verte.

Pero esta noche es diferente. El sueño es más vívido, más real. Extiendo una mano y siento la tuya, cálida y tierna al principio, después rígida y fría. Grito. Me incorporo en la cama y, entre sudores y palpitaciones, no me queda otro remedio, por el bien de mi paz de espíritu, que bajar al sótano a toda prisa para asegurarme de que el suelo sigue intacto, que no hay losas removidas en el rincón tras la caldera donde oculté tu cuerpo.

Finalista del IV Concurso de Relatos "Érase una vez Zaraletras" (Zaragoza), noviembre 2025

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