Desdobló la solapa del libro sintiendo que regresaba la ilusión de hacía años, que lo inundaba de pies a cabeza igual que aquella lejana tarde de verano, en medio de los trigales. La amapola que Mariví había guardado entre sus páginas seguía allí, seca, aplastada, descolorida, como su corazón cuando ella le abandonó. Pero ahora que había regresado de su viaje para encontrarse a sí misma y quería volver a empezar, ese marchito corazón saltaba de alegría, dispuesto a llegar hasta la luna si ella se lo pedía. Y, si no se lo pedía, también.
Publicado en la web de la Fundación Cinco Palabras (octubre 2023)
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