Nacieron del mismo destello: dos rostros igual de inocentes, dos sonrisas igual de radiantes, dos pares de alas igual de blancas. Después, el correr de los siglos fue tiñendo las de uno de ellos de un gris ceniza que acabó derivando en una negrura más densa que la noche de los tiempos. Con la cabeza gacha para no revelar el odio que destilaban sus ojos llameantes, abandonó el hogar paterno sin visos de retorno.
Cuentan los ancianos que, en las noches de tormenta, es su cólera la que rasga el cielo y su alarido el que retumba, ominoso, mientras su hermano derrama por él infinitas lágrimas.
Finalista mensual en el Concurso de Microrrelatos de RTV Lavapiés (septiembre 2023)
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