De nada servía ahora lamentarse por la vida disoluta e infame que había llevado. Condenado a volver a empezar desde el peldaño más bajo, no le quedaba otra que hacer méritos para ir ascendiendo hasta volver a ganarse su anterior condición humana.
Suspirando resignado, el sapo saltó a la charca para atrapar una mosca que pasaba y, mientras la atraía hacia sí, reconoció en los ojos del bicho la mirada espantada y suplicante del que fue su cuñado.
Lo engulló con absoluta satisfacción: ya empezaría a redimirse mañana.
Finalista del V Concurso de Microrrelatos "Gadis Supermercados" (septiembre 2024)
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