jueves, 30 de octubre de 2025

LOS SUEÑOS, SUEÑOS SON

Aquella noche, soñó que estaba atrapado en una espiral de colores que giraba y giraba, y él no lograba encontrar la salida, como Alicia en el laberinto. Finalmente, se topó con un cartel que, en letras blancas sobre fondo negro, anunciaba que en breves minutos se cerraría la puerta y, quien no hubiera salido para entonces, tendría que quedarse allí para siempre. Notó que le invadía un sudor frío y despertó, sobresaltado, en su propia cama. Lo primero que vieron sus ojos fue el frac que colgaba del pomo del armario, preparado para la ceremonia de ese día, y fue en ese preciso instante que decidió huir del matrimonio, sin avisar siquiera a la novia que, justo en ese momento, soñaba con escapar de una espiral de colores.

Finalista en el X Certamen-Maratón de Microrrelatos de la Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios (CLAVE), octubre 2025


miércoles, 22 de octubre de 2025

HILOS INVISIBLES

Mientras bajaba la cuesta, intuía ya a lo lejos, entre los olivos, el pueblo en el que se hundían mis raíces. Tantos veranos pasados en casa de los abuelos, las siestas leyendo tebeos, las escapadas a coger moras, las meriendas de jamón recién cortado o de pan caliente con miel, una miel dorada y dulce, como la nana que solía tararear mamá cuando removía las migas. Aquel olor a madera recién cortada, a pimentón y a tomillo, al hinojo de aliñar las aceitunas, a sábanas puestas a solear. Tanta felicidad entre aquellas paredes de piedra y adobe, tantos buenos recuerdos...

Al bajar del coche en la plazuela, vi que la retama había cubierto de flores amarillas el alcorque del viejo olmo, aunque a éste no parecía importarle, más bien daba la impresión de esponjarse entre ellas, y hasta habría jurado que un leve arrebol cubría su añosa corteza. En la distancia apareció el vehículo de los compradores: era la hora de la despedida. Pero no tuve valor para decir adiós a la casa de mi niñez, y tuve que informar a la joven pareja de que había cambiado de opinión. Ya podían ir buscando otra propiedad para llenarla de muebles de Ikea.

Y, mientras los veía alejarse refunfuñando, la alegría del viejo olmo inundó el aire.

Escrito a partir de una serie de palabras elegidas por el público asistente a la presentación de mi libro "Setas en el desván", en la Biblioteca Padre Isla de León (16 octubre 2025)



lunes, 20 de octubre de 2025

LÁPICES DE COLORES

Aquel robo tenía perplejos a los vecinos: había desaparecido la torre de la iglesia. Al amanecer, cuando el perro negro del pastor los despertó a todos con sus ladridos, no quedaba ni una piedra. El señor cura sufrió una apoplejía y el grito indignado del alcalde se oyó en todo el pueblo. Mientras, la hija del boticario dibujaba en su cuaderno, junto a una bonita torre de iglesia, un edificio lleno de banderas. Y, en ese mismo instante, el ayuntamiento comenzaba a difuminarse.

Publicado en la web de Adella Brac (Reto 5 líneas, octubre 2025)


viernes, 10 de octubre de 2025

SIESTA EN EL NARANJAL

Mientras el sol iniciaba su lento peregrinar hacia el ocaso por detrás del naranjal, mi prima y yo buscábamos un entretenimiento sigiloso que nos ayudase a salvar las primeras y soñolientas horas de la tarde sin perturbar la sagrada siesta de nuestros mayores. Después de mucho discutir, lanzamos una moneda al aire perfumado de naranjas y la dejamos decidir a ella. Salió cruz, así que vertimos una botella de anís enterita en el estanque de las percas.

No sé si fue el fragante olor o la trayectoria errática de los peces lo que alertó del desaguisado a mi madre. Sin entrar en detalles, baste decir que, treinta años después, el castigo que nos impuso aún permanece fresco en mi memoria. Y, a veces, me pregunto qué habría ocurrido si hubiera salido cara y hubiéramos derretido una tableta de chocolate en los zapatos del abuelo Vicente.

Publicado en la Revista Digital "Pansélinos" nº 44 (septiembre 2025)

Podcast ("La Página Sonora" de Onda Cero), septiembre 2025: https://drive.google.com/file/d/12G2K9JGUTrFYDW-QbWB5N2GUdpnBhqx7/view


miércoles, 8 de octubre de 2025

EL QUE NO SE ADAPTA ES PORQUE NO QUIERE

Me gusta ir a nadar a casa de la abuela. Cruzo el balcón a golpe de aleta, rozando los geranios de la baranda, y me cuelo en la sala grande. La abuela sonríe con benevolencia al verme bucear bajo la mesa, sortear las patas de las sillas, llenar la alfombra de burbujitas. Mamá pondría el grito en el cielo pero, como todos los demás, ella no ha querido adaptarse a la nueva vida bajo el embalse y ahora sólo quedamos en el pueblo la abuela y yo. Eso sí, todos los días, a las dos en punto, mamá se acerca a la orilla para echarnos unas migas de pan.

Publicado en el Diario Sur, seleccionado para optar al V Premio "Pablo Aranda" (20 julio 2025)


sábado, 4 de octubre de 2025

TEMPORAL DOMÉSTICO

Me gusta mirar la lluvia a través de los cristales, a salvo de sus gotas heladas y del rastro de fango que dejan los zapatos tras caminar bajo un aguacero. Mi marido, siempre despistado, sale sin paraguas ni botas de agua y, al volver, no ve que, pegada a sus talones, se cuela en casa la borrasca, haciendo estragos en el salón. Por suerte, soy mujer de recursos: capeando el oleaje, vuelco la mesita de café y navego por la alfombra rumbo al armario del recibidor, donde aún conservo los chalecos salvavidas del barco de pesca del abuelo.

Publicado en la web de la ONG Cinco Palabras (octubre 2025)


jueves, 2 de octubre de 2025

FUERA DE LUGAR

Mis colegas me llaman rarito porque no me gusta tumbarme inmóvil al sol durante horas, como hacen ellos. No, a mí me va más el fresquito de los recodos umbrosos del río y la agradable sensación del agua helada sobre el cuerpo en los agobiantes días de verano.

Por eso, en cuanto han abierto la piscina de la urbanización más cercana, he sido el primero en saltar al centro de la olímpica y dejarme mecer, flotando boca arriba, por las ondulaciones de los nadadores que van y vienen a mi alrededor, con sus ridículos gorritos y sus gafas de topo submarinista.

Hasta que se ha presentado el socorrista con su estridente silbato y se ha empeñado en que estorbaba, confundiéndome con la colchoneta a la deriva olvidada por algún crío despistado. En cuanto me he movido, se ha destapado el pastel y ha estallado la debacle: todos huyendo en masa entre chillidos y aspavientos, y el socorrista dale que te pego al maldito silbato.

Total, que no me ha quedado otra que escabullirme por el mismo agujero del seto por el que me colé. Tendré que volver al río, a esperar con paciencia que llegue la fiesta de disfraces con la que clausuran la temporada de piscina cada año: seguro que, entonces, un cocodrilo en bañador no llama tanto la atención.

Publicado en la Revista Digital "Valencia Escribe" nº 15 (septiembre 2025)