Cómodamente arrellanado en el sofá, con los ojos cerrados, aplica su fino oído a los sonidos que llegan desde la cocina. A través de ellos, puede imaginar a Carolina rallando limones, tamizando harina, amasando con energía, preparando la sartén para freír. La visualiza dando forma a las rosquillas, hundiéndolas en el aceite hirviendo, volteándolas, poniéndolas a escurrir antes de cubrirlas con azúcar. Y cada uno de estos pasos le va tatuando un gruñido más en el estómago, le va regando con más saliva la lengua. Las ventanas de su nariz aletean tratando de captar el esquivo aroma que navega por el pasillo, incitándole, seduciéndole, provocándole. Fantasea con uno de los redondos dulces colocado ante él en un plato, doradito y esponjoso, aún caliente, y se relame al pensar en el mordisco inicial, la explosión de sabor en su boca, el placer sin aditivos. Suspira y, rendido a la tentación, salta del sofá y pone rumbo a la cocina, hacia las rosquillas recién hechas, para intentar endulzarse los bigotes con algo más consistente que un simple “miau”.
Publicado en la web "EstaNocheTeCuento.com" (Tema: "emoción previa de lo bueno que está por suceder") agosto 2024
¡Mucho demoró en reaccionar! Los gatos son muy especiales.
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