Nadie dudaba de que la directora del coro dirigía a sus alumnos con gran maestría. Hasta que algunos rítmicos graznidos comenzaron a mezclarse con las delicadas voces. La directora cortó la canción con un gesto y, asomándose a la ventana, vociferó hacia la arboleda: “¡Tendrías que estar encerrado en una jaula, maldito pajarraco!”. Después, reanudó el ensayo mientras el jardinero parpadeaba, atónito, aún con la boca abierta y un resto de su canturreo pegado en la lengua.
Publicado en la web de Adella Brac (Reto 5 líneas, octubre 2024)
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