El silencio me pesa bajo tu mirada gris cercada de arrugas. Antaño esos ojos chispeaban de un vivo azul cobalto cuando corríamos por la playa de la mano, retando a las gaviotas a gritos, echando a volar la dignidad junto con nuestros cabellos revueltos. Memoria de tiempos felices, cuando el maldito alzheimer aún no era el amo y señor de tu cuerpo y de tu mente. La enfermera asoma la cabeza: fin de la visita. Te beso en la mejilla y, por un efímero instante, ese vivo azul cobalto vuelve a chispear en el espejo de tu sonrisa.
Publicado en la web de la Fundación Cinco Palabras (febrero 2024)
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