Tomás se sienta en la barra y murmura, con voz ronca: “un carajillo, por favor”. El camarero sigue limpiando vasos, impertérrito, sin siquiera dignarse a echarle una mirada. Tomás se aclara la garganta y repite la comanda un poco más alto, con idéntico resultado. Entonces llega otro cliente, se sienta en el taburete contiguo y pide una caña, que el camarero le sirve de inmediato. Tomás estampa el puño sobre el mostrador y vocifera, indignado, sin provocar reacción alguna. Resignado a quedarse sin su carajillo, sale del bar cabizbajo y arrastrando los pies, exactamente igual que cuando estaba vivo.
Publicado en la web "EstaNocheTeCuento.com", para el 1º Concurso de Microrrelato "El Café" (febrero 2024)
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