Todos los días pululaba por la calle, ayudando a cruzar al ciego del quiosco de la esquina, alertando a los chavales que dejaban al desgaire sus bicicletas si alguien se aproximaba a ellas con dudosas intenciones, recogiendo el patuco de ese bebé que siempre se las arreglaba para quitárselo y lanzarlo por la borda del cochecito. Nadie se fijaba en el talento que desplegaba en todas esas operaciones: sólo veían su estado famélico, su pelaje sarnoso, la nube de pulgas que solía acompañarlo. Pero él no desesperaba: cualquier día, llegaría ese alma caritativa que le daría, al fin, un hogar.
Ganador mensual del III Concurso de Microrrelatos sobre Talento FUNDAE - Capital Radio (enero 2024)
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