En cuanto puse un pie en escena se me pasó el pánico y en unos minutos me encontraba en mi salsa, dando zancadas de un lado a otro del plató y declamando mis frases, por completo identificado con mi personaje. Tanto era así que, al terminar de rodar ese día, la princesa y yo nos llevamos al dragón a casa y desde entonces vivimos los tres tan felices, ignorando las insistentes llamadas del director, que quiere terminar la película.
Publicado en la web de Adella Brac (Reto 5 líneas, febrero 2024)
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