Mi infancia me trae a la mente atardeceres de domingo en la playa, sentada con mi madre sobre la arena que se enfriaba sin prisa. Con mi mejor amiga de juventud compartí mecedora y atardeceres serranos desde el porche de su cabaña estival. Mi marido me regaló elegantes atardeceres urbanos, de martini y traje de noche. Añoranzas que tiñen de crepúsculo mi propio ocaso.
Finalista IV Concurso "Microatardeceres" (Diversidad Literaria), noviembre 2021
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