Miguel se desespera al otro lado del espejo. Como cada miércoles desde aquella infausta sesión de espiritismo, ya va para dos años, cuando la médium, aún inexperta y bastante nerviosa, se hizo un lío con las almas en pena que pululaban por la sala y la del tío Jorge atinó a colarse de rondón en el cuerpo del asustado Miguel, que de repente se vio confinado tras el cristal. El tío Jorge, feliz de verse de nuevo corpóreo, se negó de plano a deshacer el cambio y cada miércoles vuelve a la casa de visita, se acerca al espejo para atusarse el bigote -SU bigote, se indigna el muchacho-, y aprovecha para guiñarle un ojo, mientras Miguel, mera sombra evanescente, no puede más que golpear infructuosamente el vidrio.
Finalista X Certamen de Microrrelatos Fantásticos y de Terror de Sants (noviembre 2022)
No hay comentarios:
Publicar un comentario